viernes, mayo 04, 2012

Hambre de buen cine


Hambre de buen cine. Hablando sobre “Hunger”
Ante el actual escenario en que se desenvuelve el séptimo arte hoy en día, ante una industria tan carente de espíritu fílmico, existen dos alternativas: Uno, consumir todo el cine chatarra que se realiza en Hollywood y que tan masiva y prepotentemente se ha tomado las salas; Dos: evitar ese mal comer y entregarnos a una dieta más sana, más nutritiva, pero con alimentos más escasos y difíciles de encontrar. En términos de consumo cinematográfico, “Hunger”, la ópera prima del inglés Steve McQueen, es lo más saludable para nuestro estómago de espectador.
¿De qué va la cosa? “Hunger” es la historia de Bobby Sands, un militante del “IRA”, preso político que terminó sus días luchando por la causa irlandesa, en agonía, sin comer, en una huelga de hambre que mantuvo hasta el final. Sin embargo, la cinta no tiene como propósito esencial narrar la vida del personaje histórico, por lo menos no como una propuesta biográfica, sino más bien, tomar prestado su figura, su lucha carnal, en beneficio de una puesta en escena fílmica que, coordinada con la potencia visual de los hechos, transforma a esta propuesta en la mejor sorpresa e inyección de energía para una industria mundial que se estaba mal alimentando hace muchos tiempo.
El gran aporte de “Hunger”, como empezaba a explicar, es recordarnos que aún existe cine. Para esto el director vuelve a utilizar las herramientas más esenciales. Esto es, volver a la imagen como comunicador atómico que, en combinación con otras imágenes, forman la molécula que define al séptimo arte como tal: imagen (en movimiento, por supuesto) más imagen, igual significado, comunicación; una danza visual que nos cuenta más allá, que es el ejercito retórico luchando por probar su tesis, enseñarnos una idea sobre la existencia humana.
Se habla muy poco en la obra. El diálogo más extenso ocurre en la mitad. Una secuencia de largos minutos dónde el protagonista expresa sus ideas más profundas en contraposición a las de un irreverente cura que pretende hacerle pensar diferente. Todo ocurre en un solo plano, un único cuadro que busca solamente evitar cualquier juicio y lograr exponer las dos vertientes ideológicas sin involucrarse demasiado. Echándose un poco hacia atrás, y mirando desde lejos, que es precisamente como observamos la acción; esta “batalla” es lo más significativo en diálogo.
El resto del film es una bocanada de cine que seduce, compromete y fascina, con un método tan sencillo, tan esencial, tan cinematográfico que a los cinéfilos de corazón nos toca en lo más sensible. Es curioso, porque en una época inundada de ejemplos de película, con aderezos de nuevas tecnologías y plagada de manierismos ridículos y efectistas, una cinta tan sencilla, tan-repito el concepto-cinematográficamente esencial y acertadamente minimalista, nos devuelva las ganas de seguir confiando en los autores.
Ojo, este es una película ruda, dura, violenta, llena de esa violencia que SÍ toca. Es cruda, no tiene reparos en mostrar la realidad como ella la entiende. Los presos en la cárcel la pasan mal. Pero es ex profeso. Ellos buscan su dolor, porque saben que en cada golpe y en cada autoflagelación hay un llamado a luchar, hay un grito sangrante hacia el exterior, hacia el resto de la gente que vive enajenada y adormecida por los medios. Ellos saben que su sangre es la lucha, y, como goce adicional, logran hincharle las pelotas a los guardias, que tienen que arreglárselas limpiando las celdas barnizadas con excremento o trapeando la orina que, en conjunto y coordinadamente, los internos lanzan hacia afuera de sus habitaciones, hacia un pasillo que termina inundado y apestando a ácido úrico.
“Hunger”, hambre en español, no sólo refiere su título relacionándolo a la huelga de alimento que el protagonista instaura, sino también a la necesidad de justicia para el pueblo Irlandés, golpeado por las fuerzas de choque policiacas de la reina y asesinado por la milicia inglesa en aquel domingo sangriento donde los inocentes murieron.
“Hunger” se une a la lista de operas primas notables, encabezadas por la elegida mejor primera película de la historia, “El cuchillo en el agua” de Roman Polanski, que le pavimentó el camino al talentoso director polaco y, que, seguramente, hará lo propio con McQueen que ya estrenó su siguiente film, “Shame”, sumando excelentes críticas acompañadas de advertencias por su alto contenido erótico y sexual.
Gracias McQueen por darnos de comer sano de nuevo…

GG