Hola cibernautas, ciberociosos, ciberocupados
ciberenamorados, cibersibaritas y hedonistas...
Pues acá estamos de visita sudamericana. Acabo de regresar de un fin de semana en el norte más desierto y seco de este planeta, por lo menos de este planeta chileno.
Venir acá desde el San Francisco homosexualísimo, cultural, cosmopolita
es un cambio radical.
Nada de endemoniadas celebraciones por alcalde latinoamericano en tierra anglosajona
nada de tacos ni chinos ni tailandeses de restaurantes
perfumados y comida rica
pero también otra variedad.
Mmmm y el apartamentito del
marroncito
es un desastre. Por suerte lo es menos por su mayordomo.
Me han preparado una habitación que da a la cordillera nevada.
Así que después de un rico desayuno con pomelo, tostadas y cafe fuerte
me preparo para ir a caminar la ciudad y ver
cómo andaa la moda en chile, las chicas con su bien
merecida fama de guapas y morenas y altas.
Reviso mi correo electrónico y cigarrillo en mano a la ducha.
Pues de afeites para el día viernes
día rojo dice marroncito y James nos sirve otro café.
Jabón de ducha L'occitane y hoy dejo descansar el rostro.
Limpiador suavecito Biotherm, crema corporal St Yves, humectante
pues Santiago es demasiado seco y un poco de colonia de gengibre
para animar la sangre.
Otro cigarrillo y listo para salir a la neblina y a la lluvia majadera.
Una a una veo estas mariposillas volando. El centro comercial
a las 11 de la mañana tiene varias ofertas.
Las chicas promotoras aparecen en sus trajes de colores y sus largas
piernas. Me recuerdan un poco a las inglesas
con el pelo teñido de rubio.
Sonrío a un par que parece que me confunden con alguien conocido.
Una me pide un autógrafo y yo la invito a sentarse un momento.
Estoy en Starbucks. El barista no entendió mi nombre.
La chica no lo pregunta. Le digo que es guapa y que me gustaría
ver como combina su altura y sus piernas largas con la tranquilidad de un lugar má íntimo.
La chica se sorprende. Debe andar por los veintitantos, los primeros veintitantos.
Le digo que no se moleste pero que la vida es corta y bueno, un rostro tan hermoso
no debe desperdiciarse en una declaración poco clara sin intenciones. Sigue sin entender así que le pregunto a qué hora termina de trabajar. Responde que en una hora. Así que le digo que la espero y que hay un hotel cerca.
No sé si volverá y no me importa. Enciendo mi marlboro de casi mediodía y la veo irse
moviendo las breves nalgas y el pelo teñido.
A portarse mal... Hmm la colonia de gengibre debe tener un efecto de seducción....
viernes, mayo 27, 2005
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