Para que no les quede muy en el aire ni muy a cuesta arriba cuando James escriba. James, mi mayordomo. Comenzó a trabajar con nosotros (sip, yo y mis personalidades) cuando estábamos en Maidenhead. Escocés de nacimiento, es alguien con quien tengo que tener especial cuidado a la hora de tomar whisky, estudió letras en Edimburgo y Ciencias políticas en Londres. Como era un tipo bastante inquieto, hizo estudios de post grado en la London School of Economics. Si fuera médico o abogado sería completo le digo para molestarlo. Ya harto de la vida académica y de investigación pagada, decidió convertirse en mayordomo. Y es ahí donde entra en juego nuestro héroe.
Bueno, pues este es otro intento con James. Ha llegado hace poco de Madrid y se acostumbra poco a poco a la vida santiaguina, al final del verano y al pisito nuevo que nos reúne. Ha llegado con la cocinera india y con la británica. No sé hasta que punto eso es recomendable, le he dicho, pues ando con ánimos minimalistas y los pasos velados de ellas de repente me recuerdan la atmósfera de ciertos sueños, donde todo es fugaz y esa mujer no se detiene, no deja de ser una línea de colores vertigándome, forzándome al asiento. En fin, ha llegado mi querido James y ha venido esta vez con nuevos bríos de analista político, después de sus seis meses de sabático. Le digo que vaya piano, piano, pianissimo pues si no está certificado para realizar comentarios es bastante probable que lo veten.
Dice un improperio en su rabioso e ininteligible inglés de consonantes cerradas, me sirve un whisky y se sienta a mirar el atardecer conmigo.
Así que, nada, James escribirá de vez en cuando en este rinconcito, cuando yo no me encuentre, cuando no tenga mucho que hacer en casa o cuando simplemente le dé la gana de opinar de la política que le fascina.
Cambio y fuera y ya los dejaré con el susodicho.
¡Clic!
viernes, marzo 18, 2005
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