Maurice also had that last name, Mo Cheeks, Philly 76ers...
Camino del Monte Evans, en las afueras de Denver, zona que bien podría ser Red Neck (que lo es, querido, me dice James, mi mayordomo) en un alto en un pueblito llamado Iowa Rapids. James se quedó comprando unas cuantas cosillas y el ánimo de tales días me acompañó a un pequeño cafetín, restaurant, sucuchito, de lo más monono. (Ah, que el español es un idioma rico, acota my buttler).
Pues qué tienen.
Pues que unas buenas truchas de río.
Pues que probémosla.
Pues con qué la quiere.
(en estos momentos no recuerdo que pedí, pero improvisemos) Pues que con papas cocidas
Pues qué desea beber
Pues que una cerveza
Pues que ya vengo
Y bueno, nada especial, la trucha. Era de río eso sí. De repente las puertas en bastidor dan paso a una señora mayor, mayor pero bien durita, de esas abuelas que no tienen para nada considerado que son viejecitas o débiles.
Y se acerca a la mesa y pregunta que como están las truchas.
Que buenas (clásica mentirilla blanca) dice el coro de ángeles.
Pero no habéis probado lo mejor de la trucha (me encanta esto de ponerle acento español a los recuerdos en gringolandia)
Nuestro héroe pone cara de sorpresa. Y sin más ni menos, la señora se acerca por detrás, toma tenedor y cuchillo y hurga en donde supongo está la mejilla del pescado, que la mira tan sorprendido como yo.
Pues ahí la teneis. Lo mejor del pescado. La mejilla.
(A esta altura el pescado está seriamente pensando en poner la otra... mejilla)
Y sip, tenía razón su señoría. Es deliciosa la mejilla.
La señora sonrió alegre de haberle enseñado algo a este negrito.
Este negrito agradeció y pidio un pay de limón, un pai de limón (¿qué pasa pay?)
Y colorín colorado este cuento se ha acabado y sin moralejas. Improvisemos otra:
¿Has probado mejillas de pescado?
air
Aldo Iván Rodríguez © 2005 Todos los derechos reservados.
martes, marzo 15, 2005
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