miércoles, marzo 09, 2005

Miércoles con cara de jueves

Armar el cuento propio siempre resulta una aventura, sobre todo cuando se tienen unas colitas un poco sueltas, unos cabos por atar como dirían los marineros. Pues en eso he estado desde la llegada a Santiago, en armar el cuento y aclararme un poco la cabeza.
Y ahora es el apartamento donde comienza otra historia. Un noveno piso, ventanales no muy grandes que muestran un poco la ciudad que crece y las montañas de la costa; algunas otras miran al poniente. No sé como serás las noches acá, si ruidosas o apacibles, si llenas de bostezos de ciudad o maullidos de frenos, pero un día como hoy que parece jueves, es para sentarse a trabajar y ordenar el calendario del cerebro, de las tareas pendientes y de las olvidadas en un papelito de esos ya famosos con cola en un lado (sip, los famosos post-it). Parece un día de traducir patentes, again, y no dejar mucho tiempo para la escribidura. Pero ayer, que no era ni asomo de jueves por todo lo que tuve que ir de un lado a otro solucionando cosillas (con el regalo en medio de ver a los enanos, hmmm), mi desayuno para envidia de mi hermana, fue de plátanos maduros con un par de huevos revueltos y café con leche. ¡Ay chichí! :-)
Bueno, va un poco esquizofrénica esta entreguita, pero el apartamento va a ser rico para los enanos, vamos a estar un poquito apretaditos porque ellos siempre necesitan espacio para crecer y ahora que les están saliendo alas por la espalda. Simón D con su primer día de clases (y claro, yo me emocioné porque lo de llorón no se me quita) y Luis G que hace malabares con las palabras y las tira y las toma y las vuelve a tirar. Hmm, eso es lo profundo "deep in my heart" los dueños de ese día de ayer, el mejor momento del día. Bueno, ducha, desayuno, otro con leche y a trabajar como negro. Tengo que tomar mi medicina :-)
cambio y fuera
¡clic!

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