martes, octubre 11, 2005

Lecturas

Metafísica de los tubos de Amelie Nothomb.
Habrá sido tres, dos, cuatro, seiscientos años atrás, tal vez antes de que lo escribiera
la autora, que una francesa joven en un café casi de mala muerte en un centro
definitivamente de mala muerte en un 2'48'132ioweoiqruw0r2341 pueblo con ínfulas de ciudad en el Reino Unido de Blair y fish'n chips
me recomendó leer esa novela.
Y el tiempo pasó como suele pasar y rumbeándole tomos y lomos a una librería
malagueña que lo encontré, anagramado como parecen estar los casi todos de ella,
de la autora, cuando lo encontré.
Y el libro:
cómico, ácido sentido del humor y de la observación, dejo de autobiografía,
mucho de lluvia, mucho de ver el mundo desde otras orillas, tocando
tangencialmente ocaso de imperios, nacimiento de delirios
que parten desde la niñez, descubrimiento de verdades -de esas que duelen-
descubrimiento de mentiras y medias tintas y sobretodo, la profunda desazón de saber
que no siempre tus padres te pueden
o te saben leer.
El libro no te deja solo al terminarlo. Tampoco te deja con compañía por lo que se podría decir
tal vez
que no es un libro imprescindible, pero
y vengan los peros
en estos tiempos aciagos donde todo es y va tan aprisa
que un libro peque de prescindible es casi un regalo de los azares.
Toda experiencia de lectura es subjetiva y responde
a situaciones que varían desde el hambre que te agobia
la persona que te espera en alguna parte
el sol que hiende la ciudad como cuando alguien ha partido y uno queda a solas
terriblemente a solas: detalles
que conforman y adornan y rodean
como halo
la lectura del libro. Me gustó, pero es una de esas cuasi vivencias
que sigue su camino y tangencialmente, te deja un sabor de vainillas
un vislumbrar de peces de colores
una cicatriz en la mejilla.

Clic!

The last reader, Ricardo Piglia
Piglia, argentinísimo, me parece que uno de los escritores (y sin duda lectores) fundamentales del (este) momento argentino. No muy conocido o visto o pensado desde otros lados de la cordillera de los Andes pero apreciado en otras latitudes.
Libro de ensayos, muy íntimo, que abre como flor diversas lecturas hechas por el autor, creacionista a la manera de dios (dicen) o de los artesanos
nos lleva con apreciación aguda por lecturas tan variadas como únicas, dibujando al otro, no al que escribe sino a quien lee, a quien resulta subyugado por las palabras,
así desfilan en minúscula no por falta de respeto mas por (sip, también) intimidad:
flaubert, joyce, kafka, carver, che guevara, tú :-)

Abre intermezzo musical
suenan dos versiones de
Bizarre Love Triangle
de Frente! y de New Order
musical intermezzo cierra

y ahí, al final, uno si queda con las manos llenas, con la cabeza abierta
con ojos de aviador (como diría mi querido PJ)
y no queda más remedio que buscar una ventanita
para mirar y escribir en las nubes
los nombres
los nombres y las flores
que alzan el rostro al cielo.
clic!
b.

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