sábado, julio 23, 2005

Un sábado cualquiera

Pues eso, cualquiera.
Este sábado ha tenido un par de horas de menos. Eso pasa cuando se madruga conversando con madre y hermana mientras hijo mayor duerme el sueño de los enfermos de resfrío y molestias estomacales. Y las preguntas vuelan y también los comentarios, pero lo más insidioso tal vez es la sensación de humo de cigarrillo dentro y de invernal frío fuera.
El menú fue rico y hasta sencillo. Sencillo porque lo hizo Rosita, la ayudante peruana de James.
James dice que quiere buscar otra chica que le ayude. Tal vez un chico, pero por estos lares de sur no hay mucho hombre dispuesto a trabajar en labores domésticas. En fin.
Karen dice que lo que le falta a Rosita es dirección.
James no dice nada para no contrariar a la visita. Siempre ve a mi hermana como visita.
Yo tomó ron con jugo de naranja. Mami tiene mucho cansancio en los ojos, pero falta bastante.
Como era de esperar, toda la discusión se centró en temas familiares. Padres, matrimonios, separaciones, chismesillos, medias verdades.
Dulce reunión donde faltó chocolate y no sobraron palabras.
Hoy siguió la ronda. Pero de la Dra. Peña y yo. El cosaco Pablo Javier seguía de capa caída.
Conversamos un café fuerte, disfrutamos el poco cálido sol invernal, tomamos un largo y lento desayuno
a las 11 y media.
Yo tenía la cabeza un poco puesta luego en las traducciones pendientes, en los estallidos recientes en Londres, en el último descubrimiento de JA por Internessssss: para ponerte los pelos de puntas y sin horquetillas if you know what i mean.
Y eso.
¡Clic!

b.

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